domingo, 23 de agosto de 2009

Efecto 2





















Vivimos en el caos, estamos constantemente sujetos a él. Formamos parte de algo llamado cosmos pero somos pequeños pedazos de caos sueltos. Somos impredecibles, desordenados, y si logramos algún órden o armonía... en otro aspecto de nuestras vidas volvemos a toparnos con un nuevo caos. Pero también es cierto que en la mitología griega, gracias al caos surgió el principio. Fue la matríz por la cual empezó todo... Podría decirse que gracias a un gran desorden pudo existir una nueva armonía, un nuevo proceso, un nuevo despertar. En el caos de nuestras vidas, que muchas veces llamamos crisis o duelo, siempre aparecen sentimientos encontrados... algunos, podríamos clasificarlos como productos del caos y otros, como producto del cosmos existencial. Ese es el gran error que solemos cometer.. y que muchas veces, nos juega en contra. Tanto en el caos como en el cosmos todos los sentimientos son iguales. Lo que cambia es la intensidad. Cuando estoy en estado de caos, el amor, la bronca, la ilusión, la tristeza.. etc... es tan intenso/a que no me permite sentir otras cosas, y buscar la armonia con otros sentires... Cuando, por el contrario, estoy dentro de mi cosmos, el amor se funde con los demás sentimientos y comienza el estado de dicha, de aceptación por aquello que la vida me brinda. Ambos conceptos son parte de la vida, pero el caos es el que nos muestra todo tan intenso, que no nos da espacios para algo más. Es por este motivo que nos confundimos tanto. En primer lugar, porque no sabemos en qué momento estamos en caos o en cosmos. En segundo lugar, si logramos descifrar en que momento existencial estamos, nos queda observar cuál es aquel sentimiento tan intenso y, por último, negociar. El proceso de negociación es el más fructífero y crucial porque determina si logramos crecer y desarrollar nuestras potencialidades para un cambio y un nuevo orden o nos estancamos en el caos y en la intensidad absurda y ciega. Esta negociación es la más difícil por la que pasamos los seres humanos. Es muy fácil establecer contratos con un otro, establecer sumas de dinero, establecer relaciones laborales, de pareja, de amistad... pero no es igual en este tipo de negocio... porque siempre se negocia con el propio ser. Y somos seres mentales. Analizamos lo que conviene y lo que no, pensamos en las consecuencias y también tenemos alma... y allí es cuando las fuerzas del hombre compiten entre si, cuando el caos explota y se hace más fuerte... cuando el alma y la mente rompen sus acuerdos, porque un sentimiento invade a toda la existencia. La mente quiere manejarlo, sobornarlo, y el alma lo saca a relucir, y tanta presión hace que las fuerzas se sometan a la inevitable semilla discordante.


El proceso de negociación entonces, consiste en observar a aquellas fuerzas sin intervenir. Pero, ¿cómo no intervenir si esto ocurre dentro nuestro? El ser es cuerpo, mente y alma. Sabemos que después de gran tormenta siempre salió el sol. Nuestro cuerpo tiene memoria. Con la fe suficiente y la confianza plena, todas las fuerzas vuelven a su lugar. Y es nuestro derecho, cuando la tormenta ya pasó, hacer que estas fuerzas renovadas nos envuelvan, nos completen, nos unan mas.


Lo mismo ocurre en el mundo... el extremo de oriente con su fantástica espiritualidad, tan intensa que nos lleva a su polo opuesto: la situación más paupérrima. Y después... el extremo de occidente con su capitalismo enérgico, materialismo envuelto en rutinas inertes o patentado en estados de estrés permanentes silenciados, sumando todo esto a la falta de valores y sentido por la vida.


Lo más profundo de la espiritualidad es un cuerpo sano capaz de poder expresar al ser en su forma más completa... y sin embargo, seguimos enfrentando continentes, culturas, en lugar de encontrar el bendito equilibrio.


Perdurar en la desgracia es morir dos veces. Cometer los mismos errores es tapar la basura con la alfombra llamada vida. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de corresponder a nuestras fuerzas internas. Si el caos es la causa del efecto cosmos, el sentimiento es la causa del efecto llamado evolución.






lunes, 10 de agosto de 2009

Efecto 1

Peor que un ignorante es el talento desperdiciado.


Peor que una mujer histérica es una mujer despechada.


Peor que un hombre desinteresado es un hombre chismoso.


Peor que un necio es aquel que sigue la discusión.


Peor que una fanática de Michael Jackson es un fanático de Axel.


Peor que un mujeriego es el gay reprimido.


Peor que un notero sublevado es un político malicioso.


Peores que un programa amarillista son un millón de desocupados.


Peor que una gripe A es el índice de desnutrición en el mundo.


Peor que un pseudo iluminado por Krishna es un cura pedófilo.


Peor que una religión es la falta de comunicación en el mundo.


Peor que un plagio de Jorge Bucay son los 771 millones de adultos que no saben leer ni escribir.


Peor que una mentira es la falta de inteligencia emocional.


Peor que un maestro que se recibió en 2 años es la manipulación política que produce la falta de educación.



Peor que una Facultad Privada es la falta de compromiso con una vocación.



Peor que un Médico engreído es la falta de mérito que tiene un profesional en este país.



Siempre hay cosas peores, lo importante es no hacerse eco de eso, trabajar en lo que somos y podemos llegar a ser.Es increíble lo improductivo que se vuelve el universo cada vez que perpetramos la fatiga mental. Y lo más grave de este artilugio es que no se ve... a menos que hagas una radiografía cerebral.....





domingo, 9 de agosto de 2009

Mitos



Dice el mito Mongol de la creación del mundo:




Apareció un perro salvaje que era azul y gris,


cuyo destino era impuesto por el cielo.


Su mujer era una corza.




Así empieza otra historia de amor.


El perro salvaje con su valor, su fuerza, la corza con su dulzura, su intuición y su elegancia.


El cazador y la presa se encuentran, y se aman.


Conforme a las leyes de la naturaleza, uno debería destruír al otro, pero en el amor no hay bien ni mal, no hay construcción ni destrucción, hay movimientos.


Y el amor cambia las leyes de la naturaleza.




En la contradicción, el amor gana fuerza. En la confrontación y en la transformación, el amor se preserva.




Cuando el poeta italiano Dante escribió La Divina Comedia, dijo: "El día en que el hombre permita que el verdadero amor surja, las cosas que están bien estructuradas se transformarán en confusión y harán que se tambalee todo aquello que creemos que es cierto, que es verdad."




El amor es una fuerza salvaje. Cuando intentamos controlarlo, nos destruye. Cuando intentamos aprisionarlo, nos esclaviza. Cuando intentamos entenderlo, nos deja perdidos y confusos.




Esta fuerza está en la Tierra para darnos alegría, para acercarnos a Dios y a nuestro prójimo: y aún así, de la manera que amamos hoy, tenemos una hora de angustia por cada hora de paz.




Extraido de "El Zahir" (Paulo Coelho)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Aleteo de Mariposa...

Del que sin ser tu marido,

ni tu novio,

ni tu amante,

es el que más te ha querido...

con eso tengo bastante.

El miedo y el amor

Si el amor gana sobre el miedo, si sabemos mirarnos y nos dejamos mirar, tendremos la mejor ocasión de madurar y así, nuestra capacidad de amar podrá ir en aumento.

A medida que crecemos, dejamos atrás la manera de enamorarnos de los veinte años, quizá quede atrás algo de locura, pero pueden abrirse paso la profundidad y la madurez, una madurez necesaria para que sin dejar de buscar un amor perfecto, seamos capaces de disfrutar de un amor real, entre personas reales.



...Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
-Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
-Pero yo no sé volar – contestó el hijo.
-Ven – dijo el padre.
Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.
-Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás...
El hijo dudó.
-¿Y si me caigo?
-Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que harán más fuerte para el siguiente intento –contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida.
Los más pequeños de mente dijeron:
-¿Estás loco?
-¿Para qué?
-Tu padre está delirando...
-¿Qué vas a buscar volando?
-¿Por qué no te dejas de pavadas?
-Y además, ¿quién necesita?
Los más lúcidos también sentían miedo:
-¿Será cierto?
-¿No será peligroso?
-¿Por qué no empiezas despacio?
-En todo casa, prueba tirarte desde una escalera.
-...O desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían.
Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó...
Desplegó sus alas.
Las agitó en el aire con todas sus fuerzas... pero igual... se precipitó a tierra...
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:
-¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy como tú. Mis alas son de adorno... – lloriqueó.
-Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen.
Es como tirarse en un paracaídas... necesitas cierta altura antes de saltar.
Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.
Si uno no quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre.