jueves, 22 de octubre de 2009

Sobando

Después de mi operación de vista volví a escribir. En este tiempo de no hacer nada y disfrutar de mi Homerismo, me permití analizar qué podía escribir de una vez por todas para actualizar mi blog.
Hay cosas que me indignan pero no siempre me inspiran la escritura porque después se me pasan o simplemente porque son tan indignantes que no merecen más que una sola frase como mucho.
En todo este tiempo me harté de Maradona. Me agotó su existencia, su gloriosidad, sus mofletes, sus problemas de peso, droga, mujeres, hoteles de lujo. Pero nada peor que un periodista obsecuente que, de pronto, se vuelve su enemigo íntimo.
Es como la frutilla del postre. Son capaces de manipular tus sentidos al punto tal de hacerte creer que aquel que ayer era Dios y la Santísima Trinidad, hoy es Judas y Hitler en uno solo.
El periodista deportivo que nunca en su vida jugó al fútbol más que en un picadito con amigos y se dedicaba a gritar desde el banco, se toma el atrevimiento de subirle o bajarle el pulgar a un tipo que entrena desde que tiene uso de razón, gana en euros en otro país y se encama con las mejores mujeres por el solo hecho de ser él mismo.
Son insoportables. Inoperantes. Lastimosamente pedantes y desagradables.
No se justifica que un Director Técnico de una Selección Nacional conteste una guarrada porque tiene bronca, pero el tipo nació en la villa señores, y él contesta así porque tooooodos nosotros lo dejamos, porque son los mismos periodistas nefastos que le hicieron creer que realmente está dotado del poder de todos los dioses para ser inmortal. Los mismos que adoraban a Videla, los que defendían a Martínez de Hoz y luchaban por el Proceso de Reorganización Nacional mientras gritaban los goles de la Selección en el `78. Porque si el tipo se cree semejante atrocidad es porque el Argentino es así, hoy te ama y mañana te odia por el simple hecho de que se puede opinar de cualquier cosa, en cualquier momento y de cualquier forma.
De chiquita mi abuelo me daba la banderita Argentina y tenía que salir a la puerta al grito de Vamos Argentina! porque jugábamos un mundial, y yo no tenía idea de qué era eso, pero me unía a los miles que pasaban por al lado cantando lo mismo. Pero había ciertas diferencias... la Sociedad era distinta... la gente estaba unida. Siempre existió el falso periodismo pero no nos manejaba la vida. Yo jugaba con cualquier cosa, no tenía computadora, ni messenger, ni celular. No miraba tanta tele, no elegía qué ropa iba a ponerme porque la elegía mi mamá. Mis papás estaban cuando los necesitaba, también me daban una buena paliza cuando no hacía caso y me obligaban a tomar la sopa de arroz que hasta el día de hoy detesto. Tenía el derecho de ser chica, y la obligación de estudiar, de pensar y ser buena.
Parecen valores que ya no existen, hasta me suenan cursis cuando los escribo... nadie me indicaba qué tenía que decir pero yo sabía muy bien que había cosas que determinaban algo llamado respeto.
Y extraño esos días... cuando la gente se saludaba en la calle, cuando el "disculpe" y el "gracias" eran moneda corriente.
Me siento vieja pero soy joven porque lo que les estoy diciendo no fue hace 200 años.
Las mujeres eran mujeres y los hombres eran hombres. Una mujer no se daba navajazos con otra en la puerta del colegio y un varón no se depilaba el pecho. Cada vez hay más esperpentos que personas. Y con esto no estoy diciendo que todos eran normales y agradables, pero existía el código. Se respetaba al oponente porque pensaba distinto y valía la pena que peleara por eso.
Ganó la ignorancia y la impotencia por sobre todo valor humano. Y la gente admira eso. Nos venden miserias humanas y las compramos relamiéndonos porque son mejores que las propias.
Y ahora vienen a decirme que un tipo de Villa Fiorito no puede decir "que la chupen"?
Cuándo fue el dia que lo nombraron prócer? El tipo sabe jugar al fútbol, corre detrás de una pelota, se embarra los botines y putea como todos ustedes. Si decidieron rendirle culto a un hombre que también se equivoca como todos ustedes, no tengo más que decirles lo mismo que él: "Sigan mamando!"

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